Y de pronto vio claro que lo que le había estado sujetando y no le soltaba le dejaba escapar sin más por ambos lados, por diez lados, por todos los lados.
Diana emitió sonidos entrecortados; Ruby Gillis, que era algo histérica, comenzó a llorar y Tommy Sloane dejó que se le escapara todo su equipo de grillos mientras observaba la escena con la boca abierta.